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Sal del closet para mí

Kurt sospecha que Blaine, el hermano de su amiga, es mucho mas de lo que aparenta. tardé porque mi beta me abandonó. NC-17


E - Words: 1,163 - Last Updated: Jun 11, 2012
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Categories: AU, Romance,


Título: Sal del closet para mí

Personajes: Kurt Hummel – Blaine Anderson. Menciones de Rachel Berry.

Parejas: Klaine (Blaine Anderson/Kurt Hummel)

Canción: No

Extensión: 1.115 palabras

Beta: Ibrahil Prang

Notas: Al final de la historia

Advertencias: Slash. Lemmon. No escribo con spoilers, por lo que espero no recibirlos


Sal del closet para mí

Kurt & Blaine

Blaine era extraño. No es que tuviera obligación de socializar conmigo; soy el amigo de su hermana, Rachel; digo ¿a quien diablos le gusta socializar con los amigos de sus hermanos?; pero ese no era el problema.

El problema era que cuando me lo cruzaba, se me quedaba mirando fijamente a los ojos, sin pronunciar palabra, hasta que alguien venia a interrumpirnos en nuestra "comunicación de miradas", que era mas suya que mía; y él huía.

Esto pasaba desde que lo conocía hace 3 años, cuando él tenía 16 y yo 21.

Por lo demás, Blaine era un chico tranquilo; no salía casi nunca, hablaba poco y se quedaba la mayor parte del tiempo en su cuarto. Era solitario, pero no le molestaba hacer acto de presencia en alguna fiesta; como era el caso de esta.

Estábamos en el baño del boliche gay, al cual nos habían invitado para festejar. Yo amaba los boliches gays, porque eran los más divertidos. Del baño entraba y salía una persona cada 5 minutos, lo que significaba que el local no estaba tan lleno como de costumbre.

Con Rachel, veníamos casi todos los fines de semanas y habíamos acordado arrastrar a su hermano para que su madre no se quejara de que Blaine no salía; pero los dos opinábamos que él podía hacer lo que quisiera.

Yo estaba frente al lavamanos, que era bastante bajo; mirándome al espejo, que empezaba justo donde terminaba el lavabo; tenia puesto un pantalón rojo apretado y una camisa blanca también ajustada al cuerpo. Podía ver por el espejo como Blaine me seguía clavando la mirada. Él tenia una remera manga corta azul Francia y unos jeans del mismo color, desgastados en algunas partes.

Tenía una teoría sobre él, pero tenia que comprobarla. Y estaba en el lugar indicado para hacerlo.

Me agaché, apoyado en el lavamanos, sintiendo como mi trasero era apretado por mi pantalón y quedaba sobresaliendo.

Estiré el cuello para ver a través del espejo y vi como sus ojos desorbitados estaban clavados en mi trasero. Una sonrisa perversa se plantó en mi rostro. Hasta un hétero miraría mi trasero por algunos segundos, ya me había pasado; pero la forma en la que él lo miraba era muy evidente. Blaine era gay. No podía creer como no me había dado cuenta antes.

Un hombre salió del baño y yo me di vuelta. Lo acorralé contra la esquina que unía las puertas de los baños y la pared, apoyándome en esta última. Nos separaban nada más que 20 centímetros. Lo miré directamente.

-¿Te gusto?- le pregunté directamente, sintiendo como la seducción flotaba entre nosotros dos.

Hubo un silencio eterno, en el que pude ver temor en sus ojos.

Un hombre entró al baño y él aprovechó ese momento para huir, incómodo.


Me había bañado en la casa de Rachel, ya que no había nadie, y andaba desnudo, intentando prepararme para la fiesta a la que iría con ella en una hora.

Terminaba de secarme completamente el pelo cuando escuché un ruido que provenía de afuera de la habitación. Me acerqué a la puerta y la abrí de un tirón.

Encontré a Blaine sentado, con la boca y los ojos abiertos. Una corriente eléctrica surcó mi espalda al ver su mirada sobre mi cuerpo desnudo y el bulto en sus pantalones.

Escuché mi celular sonar, pero no podía separar los ojos de Blaine. No sé qué, pero algo hizo que saliera de mi ensoñación. Fui a buscar el celular y volví rápidamente a la puerta, vigilando a Blaine para que no se escapara. Era Rachel.

Mientras Rachel, me hablaba de que no podía ir a la fiesta porque se había quedado haciendo horas extras en el trabajo; yo le clavé la mirada a Blaine, planeando en mi cerebro mi próximo movimiento, sintiendo la increíble sensación de que los planetas se habían alineado a mi favor. Fue instantáneo, le clavé la mirada como si fuera mi presa; de hecho, lo era.

Volví a la habitación y agarré todos los preservativos que pude con una mano. Cuando salí, agarré del cuello de la camisa a Blaine; haciendo que se levantara, arrastrándolo a su habitación.

Lo empujé contra la pared cercana a la puerta y la cerré con llave, con la mano con la que antes había arrastrado a Blaine. Saqué las sabanas celestes y blancas que tapaban la mitad de la cama desordenada y me acosté sobre ella, dejando los preservativos cerca.

-¿Qué… haces?- preguntó, temeroso.

- Vamos a tener sexo – respondí, apoyando mi cabeza en mi mano, mirándolo, mostrándole una parte de mi trasero. – Si quieres que guarde tu secreto, no tengo ningún problema, pero tendrás que salir del closet para mi.-

Su cara de desesperación y que no se haya movido ni un paso me hicieron levantarme. Caminé hasta quedar enfrente de él. Agarré sus manos y las puse sobre mi trasero, apretándolas sobre él. Blaine estaba hiperventilando.

Quieres mi trasero – dije en un susurro.

Él apretó aún mas sus manos, rozando mi entrada. Sus ojos mostraban que estaba en lo correcto.

Sé que quieres tomarme, y puedes hacerlo.-

Me erguí un poco para alcanzar sus labios y rozarlos, mientras él aprovechaba este movimiento para poner sus manos más cerca de mi entrada. Le saqué la camisa mientras lo besaba, haciéndole imposible que mantuviera sus manos en mi trasero y sintiendo su pecho lampiño. Luego desabroché su pantalón e introduje mi mano dentro de su boxer, a lo que él se tensó, y pude tantear su erección. Bajé su pantalón y su bóxer y supe que tendría que relajarlo antes de permitirle tomarme.

Caminé hacia la cama y tomé uno de los preservativos. Me arrodillé frente a su erección y le puse el preservativo con los labios. Empecé a hacerlo entrar y salir de mi boca mientras escuchaba sus gemidos y sentía sus manos sobre mi pelo. Cuando llegó con un gemido gutural, separé mis labios de su erección; levanté la vista hacia él y vi su mirada insegura.

Me levanté y fui lentamente hacia su cama, hasta acostarme completamente boca abajo, dejándole una perfecta visión de mi trasero.

– Cámbiate el preservativo – le indique, apenas escuché que daba un paso hacia mí.

Sentí su cuerpo acomodándose sobre el mío y su erección rozándome. Abrí las piernas y él entró directamente en mí. La sensación fue tan placentera que no pude evitar gemir de placer, a pesar de que me había dolido un poco, y clavar las uñas en las sabanas que nos separaban del colchón.

No pude evitar sentir un escalofrío, estaba tocando justo donde debía tocar.

Era una sensación completamente nueva la forma en la que me tomaba.

Yo estaba gimiendo levemente, pero sus gemidos en mi oído eran mucho más profundos. Por sus gemidos, supe que nunca había estado con un hombre, incluso me hizo dudar si había estado alguna vez con alguna mujer.

Lo hacia tan bien.

Al fin llegué con un gemido gutural y él se corrió justo después.


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