June 11, 2012, 10:10 a.m.
Damn rainbow
Kurt conoce un secreto de Blaine que no puede contar pero que al mismo tiempo lo aterroriza. NC-17. songfic
E - Words: 4,154 - Last Updated: Jun 11, 2012 160 0 0 0 Categories: AU, Romance, Songfics, Characters: Blaine Anderson, Kurt Hummel,
Título: Damn rainbow
Personajes: Kurt Hummel – Blaine Anderson - Burt Hummel - Menciones de Rachel Berry y Sam.
Parejas: Klaine.
Canción: The poison - The All American Rejects (AAR)
Extensión: 4.305 palabras
Beta: Julieloveskurt
Notas: Esta historia es una mezcla de Crepúsculo, Drácula y los fics New Blood y A Political Affaire. Se me ocurrió después de ver Drácula xD
Advertencias: Slash. No escribo con spoilers, por lo que espero no recibirlos.
Damn rainbow
Kurt & Blaine
Estaba, como todos los días, en la escuela. Era mi último año antes de la universidad y las cosas no se habían modificado demasiado en cuestión a mi sexualidad. Ningún otro había salido del closet, por lo que yo recibía todos los insultos de ese estilo.
Estaba sentado a punto de comer en el comedor de la escuela antes de la hora de la comida, de forma que evitara miradas y comentarios; pero aún así había algunos estudiantes.
Levanté la vista de mi comida y miré hacia el frente, pensando en la clase de francés que tendría en un rato más; pero mis ojos se encontraron con otros de un color negro intenso, en los que no se diferenciaba el iris de la pupila. Quien me miraba de esa forma tan ruda, intensa y penetrante, era un chico de unos 17 años, pelo negro con ondas y piel clara sin llegar a ser tan trasparente como la mía. Estaba vestido de manera elegante pero sin llamar la atención, con una camisa y pantalón de vestir. Era sin duda uno de los chicos más lindos de la escuela. Había llegado hace menos de un año a esta escuela, pero nadie se metía con él porque era un "chico malo" y le encantaba pasar desapercibido, lo cual lograba gracias al temor que inspiraba. Su nombre era Blaine Anderson.
Sentí miedo al ver sus ojos y volví la mirada a mi plato, a pesar de que seguí sintiendo su mirada sobre mí.
Seguí sintiendo esa mirada durante toda la semana y el pánico se apoderaba de mi cuerpo cada vez que lo miraba a los ojos. Aún cuando no lo podía ver, seguía sintiendo su presencia.
Ahora estaba sacando las cosas de mi casillero para la siguiente clase y él estaba apoyado en los casilleros de enfrente, clavándome la mirada como siempre.
Cerré el casillero y empecé a caminar rápidamente, intentando alejarme de él. Me sentía como una presa corriendo de su predador. Escuché sus pasos tranquilos detrás de mi y apreté un poco el paso, sin llegar a correr.
Entré al aula, ya cuando la mayor parte de los estudiantes estaban ahí, y me senté en mi lugar de siempre; sintiendo como el pánico me recorría e intentaba recuperar el aire. Rogué que esta tortura se terminara por hoy.
En ese momento, él apareció en la puerta y entró al salón.
Mientras él se iba a sentar atrás mío, sentí la decepción de no haber logrado lo que quería, al mismo tiempo que sentía sus ojos volver a clavarse en mí. Él había sido más inteligente; había esperado a que yo entrara al salón de forma que ya no pudiera salir.
Fui el ultimo en salir del aula del Club Glee, a una hora en la cual ya no había nadie en la escuela. Caminé por los pasillos tranquilamente hasta que empecé a escuchar unos pasos detrás de mí. Empecé a correr rápidamente, sin siquiera prestar atención a quien podía ser, aunque la opresión en mi pecho era característica de la presencia de Blaine.
Sentí como me empujaban contra los casilleros, quitándome el aire que me permitía respirar cuando mi espalda golpeó con fuerza contra ellos.
Blaine me sostuvo contra estos, acorralándome; mirándome con esos ojos de depredador, oscuros como ninguna otro.
- ¡Toma mi dinero, haz lo que quieras! ¡Pero por favor, por favor no me lastimes! – dije, enloquecido por el pánico, manteniendo los ojos cerrados por el miedo al golpe que venia venir.
- No te haré daño. – Dijo, con su respiración golpeando en mi rostro, pero hubo algo en su voz que en vez de relajarme hizo que el temor se incrementara hasta hacerme temblar.- Tú mas que nadie tienes que saber qué soy - Fue inevitable que lo mirara con ojos asustados, sin llegar a comprender.
Sus ojos cambiaron repentinamente del negro intenso a un avellana. El temor de la confirmación fue como una piedra en mi pecho.
Era un vampiro.
Mi abuela era famosa por contar tradiciones antiguas y yo me había criado con ellas. Una de ellas hablaba de que los vampiros cambiaban el color de sus ojos según sus emociones; eran un poco más fuertes y rápidos que los humanos; y se suponía que bebían sangre, pero no había pruebas que lo confirmara. Había un misterio muy grande sobre qué pasaba cuando le prestaban atención a algún humano.
Y la atención de Blaine estaba centrada en mí.
Sus ojos volvieron a ser negros antes de decir con voz fría y en un susurro.
- Vendrás a mi casa. Hoy. Sino lastimaré a tu familia - Se me vino la imagen de mi padre. Sabía que no podía dejar que lo lastimara.
Él se separó un poco de mi, dejando que me separara de los casilleros en los que me había acorralado. Sacó, bruscamente y sin pedir permiso, un cuaderno y una lapicera de mi bolso; y anotó rápidamente algo en ella. Me los dio y se fue tranquilamente.
Había llegado a mi casa antes de que mi padre lo hiciera sólo para dejar las cosas de la escuela y dejarle una nota.
Estuve mas de cinco minutos pensando en que escribir. No podía escribir "Fui a ver a un vampiro, no sé si volveré. Kurt".
Al fin se me ocurrió una mentira coherente. Anoté "Me fui de compras con Rachel, no sé a que hora volveré. Kurt".
Llamé instantáneamente a Rachel para pedirle que si mi padre la llamaba dijera que yo estaba con ella y que dijera que habíamos salido de compras. Cuando ella me pidió explicaciones, corté la llamada.
Estoy solo en este viaje, estoy vivo
No obstante, cuanto peor lo haces, mejor te sientes
Llegué a la dirección que él me había anotado. La casa desde el exterior se veía de un tamaño para tres personas y era blanca. La puerta estaba abierta, así que entré sin golpear. Llegué al salón con la certeza que no saldría vivo de ese lugar. Sabía que moriría esa noche, aunque no sabía cómo. Pero no por saberlo el miedo desaparecía.
Me quedé quieto en el lugar cuando vi que Blaine entraba, cerrando los ojos. Blaine se acercó hasta quedar a un par de centímetros de mí. Recién cuando estuvo frente a mi, abrí mis ojos y vi que sus ojos se habían vuelto grises. Sabía que si intentaba alejarme de él, mi vida iba a terminar con tan sólo un golpe. Pero había algo en la forma que me miraba que me daba la sensación de que primero me violaría.
Tuve que cerrar mis ojos cuando él se acercó aún más.
- Pregúntame lo que quieras - dijo, como sabiendo la cantidad de preguntas que se agolpaban en mi cerebro, con la respiración golpeando en mi cara.
-¿Cuántos años tienes?- dije en un susurro bajo, porque su respiración en mi cuello no me permitía hablar con tranquilidad, de hecho era su presencia la que no me lo permitía.
- Diecisiete- susurró, concentrado en mi cuello.
- ¿desde cuando eres vampiro?-pregunté, sintiendo como mi corazón se paralizaba cuando él se acercó tanto a mi cuello que casi lo roza con sus labios.
- Desde que nací- dijo, levantando su rostro de mi cuello.
-¿eres inmortal?- pregunté mientras él agarraba mi rostro suavemente; su piel se sentía como el terciopelo.
-No todavía- respondió él, obligándome a mirarlo a los ojos. Una corriente de temor surcó mi cuerpo; sabía que ese "todavía" tenía algo que ver conmigo, pero no sabia qué.
Sus labios rozaron los míos con dulzura y ansiedad. Yo no respondí, porque el temor me impedía razonar si me convenía hacerlo o no; ni siquiera cuando él insertó su lengua en mi boca, dejándose llevar por su instinto.
Eres tan joven, supongo que yo tan viejo
Abre tus ojos, mantendré los míos cerrados
Prefiero estar de pie y que tu te sientes
Voy a estar bien despierto, mientras tú duermes
Volví a mi casa aturdido y temeroso. No podía creer que todavía estuviera con vida. No me había lastimado en absoluto y eso era aún más desconcertante. Lo único que había hecho fue besarme, sin embargo el temor seguía anidado en mi pecho.
-¡Kurt! ¡Te estoy hablando!- dijo mi padre en la punta de las escaleras que yo estaba subiendo.
-¿Qué?-dije, todavía sin salir de mi aturdimiento.
-¿Cómo te fue con las compras?- preguntó él sin darle mayor importancia a mi aislamiento mental.
- Bien-contesté, atento a mis pensamientos.
-¿y las compras?
- Se las quedó Rachel- respondí, sin darle importancia y subiendo a mi habitación.
Esa noche me dormí llorando como hace mucho que no lo hacia. La angustia de saber que nada seria como antes, que Blaine me perseguiría hasta el ultimo momento y que mi vida como la había conocido se había terminado; impedían que mi llanto se detuviera.
Mírate a ti mismo, en el espejo, ¿no ves una mentira?
Que te repite una y mil veces
¿Que nos hace la verdad? ¿Aquí?
Te hará llorar y querer morir
Blaine estaba en clases mientras yo estaba en mi casillero preparándome para el Club Glee, lo que hacia que yo estuviera un poco mas relajado; este horario era el único momento del día en el cual no me podía perseguir, pero sabia que su atención seguía fija en mi.
- Hola – dijo Sam, al lado de mi casilla.
- Hola-respondí, mirándolo por un segundo, asustado de ver a Blaine en vez de a Sam.
- Quería saber si hoy a la tarde nos podíamos juntar en mi casa para hacer el trabajo práctico de francés.
- Claro- respondí.
Estaba en el baño de chicos, dado que era uno de los pocos momentos del día en el cual podía entrar sin ser insultado, lavándome la cara.
-¡¿Qué hacías con Sam?-escuché su voz como si fuera un rugido y salté ante la sorpresa.
- Nada - indiqué con sinceridad, asustado.
Él me agarró la muñeca cuando intenté retroceder, con mayor fuerza de lo que lo hubiera hecho un humano. Lo miré a los ojos, que ahora eran de un verde musgo con algunos puntos negros. Sus celos se reflejaban con facilidad en ellos.
- ¡Tu me perteneces!-dijo con furia en su voz, como si fuera algo indiscutible-No irás. Vendrás a mi casa. Quedará en claro para todos que eres mío.
No puedes ver sus rostros fusionando,
Como las lluvias y el sol, desde los ojos
Los vas a mantener con la cabeza y el corazón colgando detrás
Tuve que disculparme con Sam cuando nos cruzamos en el estacionamiento y, en cuanto él me preguntó por qué no iría, le mentí diciendo que me había acordado de que tenia cosas que hacer; aunque con mi voz a punto de quebrarse y con la mirada húmeda no podía engañar a nadie.
Cuando llegué a su casa, el temor me invadía pero la incertidumbre era menor porque tenía una mínima idea a que venia, aunque no tenia la menor idea de que haría él. Era como que ya me había dado por vencido, aunque el pánico me seguía asaltando.
Cuando entré al salón, él ya me estaba esperando y me clavó su mirada, que seguía siendo de un verde musgo. Salió de su inmovilidad y empezó a caminar hacia una puerta; algo en su actitud me dijo que lo siguiera. Entré a una habitación en la cual había una cama de dos plazas con unas sabanas rojas de seda. Me acerqué a ella y luego de prestarle atención a las sabanas, me di vuelta y vi a Blaine apoyado en la puerta cerrada.
Él se acercó hasta estar a un par de centímetros de mi rostro, lo que hizo que mi corazón se detuviera por el terror. Sus ojos seguían siendo verdes, aunque una parte estaba cubierta del color gris del deseo.
Él hizo que me acostara, apoyando la cabeza en la almohada. Yo sabía que esto no tenía nada que ver con sexo. Su cuerpo estaba sobre el mío, sutilmente apoyando.
- Nadie volverá a mirarte. Ni Sam, ni Karofsky, ningún humano o vampiro.- "¿Karofsky?" no pude evitar asombrarme, incrédulo.
Con su mano derecha empujó mi cabeza de forma en que la parte izquierda de mi cuello quedara estirada. Rozó con sus dedos índice y medio hasta que encontró una vena grande, que suponía que seria la yugular. Acercó con cuidado su boca a mi cuello y sentí su respiración. Podía percibir la concentración que Blaine estaba utilizando, cómo se estaba esforzando para hacer lo que tuviera que hacer bien.
Y tu caes por un agujero, que es el único lugar que los dos conocemos
Tú me llevarías contigo si pudieras, pero yo no iría
Si pudieras, yo perdería todo
Sentí cómo sus dientes se abrieron paso por mi piel, y mucha incomodidad con un poco de dolor también lo hicieron. Sus colmillos siguieron avanzando lentamente mientras sentía como cortaban los pequeños músculos de mi cuello. Intenté tragar y la molestia se hizo más intensa, a pesar de que había algo extrañamente placentero mientras él se adentraba más en mi cuello hasta llegar a la yugular.
Toqué los dos bultitos que tenia en el cuello frente al espejo de mi casillero, todavía sorprendido de que fueran visibles pero si los pudiera sentir.
Cerré la casilla y empecé a caminar por el pasillo. Por primera vez podía caminar con la frente en alto, vestirme como yo quería, sin tener que preocuparme por no recibir ningún golpe.
Sabía que eso tenía que ver con las marcas en mi cuello, pero no entendía por qué.
Hoy Blaine me había mirado de manera penetrante y silenciosa durante todo el día. Sus ojos eran grises, lo cual no dejaba de desconcertarme.
Supe por su mirada que hoy debía ir a su casa. Y no lo iba desobedecer, más porque quería saber que significaba esa contemplación que por el riesgo de que pudiera lastimar a alguien de mi familia. El temor se había reducido a mi propia vida.
Cuando llegué a su casa, encontré el salón vacío. Caminé con temor hacia la puerta de la habitación. La abrí y la cerré en cuanto vi a Blaine en ella.
Blaine se acercó hasta que sólo hubo un par de centímetros que nos separaban y vi descontrol en sus ojos grises, el descontrol que había ocultado hoy.
Me hizo dar vuelta mientras yo sentía como la sangre corría por mi cuerpo más rápido de lo normal. Hizo que mi cuerpo se apoyara contra la pared, de espaldas a él. Pude sentir como el bulto de sus pantalones se apoyaba en mi trasero, justo en el lugar correcto; mientras sus labios y su lengua tocaban la marca en mi cuello. No pude evitar gemir. Por primera vez la excitación había tapado al miedo como si fuera una película; a pesar de que este seguía latente en mi interior.
Su aliento golpeó en mi nuca e inevitablemente mi cerebro lo tradujo como "serás mío".
Me llevó hacia la cama e hizo que me acostara boca arriba en ella. Él se acostó sobre mí y rozó su cuerpo contra el mío, especialmente una parte de su cuerpo. Mi cuerpo no paraba de recibir descargas eléctricas, mientras intentaba aferrarme al suyo. No tenia ni idea de cuanto tardaría él en tener una erección, pero a mi no me faltaba mucho para tenerla.
Sentí su respiración en la parte derecha de mi cuello y luego sus labios rozándola.
- No lo haremos hoy - susurró contra mi piel.
- Pero…-dije, sin saber si en verdad quería que continuara o no.
Su cabeza cambió del lado derecho de mi cuello hacia el lado izquierdo. Sus colmillos entraron por el exacto lugar en el cual habían entrado la anterior vez sólo rompiendo la piel que se había formado, y entrando con facilidad en mi cuello, como si hubiera usado vaselina.
Mis ojos estaban abiertos de par en par. Blaine empezó a beber mi sangre muy lentamente y una sensación de comodidad absoluta me invadió, era realmente placentero sentir como extraía la sangre de mi cuello. Quise gritar por el placer, quise gritar su nombre, pero el aire no me alcanzaba.
Apenas llegué a mi casa y subí a mi habitación, me miré en el espejo. Volví a tocar los dos bultitos de mi cuello, rozándolos con la punta de mis dedos. En mis ojos había un brillo que no podía explicar. El miedo ya se había eliminado completamente de mi interior, y en lugar de eso un sentimiento muy bueno me invadía. Sonreí.
Sentí como si Blaine formara parte de mí, en vez de sentir que yo era parte de él. Incluso podía haber sentido que él me había robado algo pero no era así, él sólo había tomado medio vaso de mi sangre.
-¿Cómo te sientes?- escuché la voz de Blaine, aún con mi locker abierto después del Club Glee, a una hora en la que no había movimiento en la escuela. Me di vuelta, con la puerta del casillero aun abierta.
-Bien-dije al encontrarme con sus ojos avellanas y no pude evitar perderme en ellos, mientras mi corazón se paralizaba ante la cercanía de su cuerpo, pero no era por miedo.
Blaine estiró mi cuello con la mano derecha y observó de cerca las marcas de sus colmillos.
-No debí beber tu sangre, debí esperar-susurró, como si fuera un error menor.
-¿por qué te detuviste?- susurré.
Sonrió y dijo:
- No quería desangrarte.
- No, no hablo de eso.
Sus ojos se enfriaron, pero no cambiaron de color, y tomó aire.
-Me di cuenta que eres virgen.-dijo con voz relajada, pero yo me tensé. Me di vuelta, intentando ignorar sus palabras, para terminar de sacar las cosas de mi casillero. Él se apoyó en el de al lado. - Quiero que estés con alguien antes de estar conmigo, Kurt.
Cerré el casillero, intentando hacerle frente a esta situación tan incomoda, y lo miré a los ojos cuando dije.
-Te pertenezco.
-No completamente.- dijo Blaine con un deje de histeria, con los ojos abiertos y sacudiendo la cabeza; como si fuera tan obvio que no necesitara explicación. Se acercó hasta tal punto que la distancia que nos separaba se me hizo innecesaria; clavándome los ojos profundamente. –Kurt, ellos no te miran pero tú los puedes mirar, y estoy seguro que responderán. ¿Quién no quisiera estar contigo? Dime, ¿Quién?
Un golpe de deseo me golpeó, el deseo que él tenía por mí; y fue reciproco.
-¿completamente?- susurré, frunciendo las cejas.
- Cuando estemos juntos-dijo, acercándose un poco más, haciéndose evidente en sus labios la necesidad de besarme. – será tan intenso, tan fuerte, que nada se le podrá comparar. Me pertenecerás. Te perteneceré. No habrá nada igual.
-¿tú…- dije, sin poder mirarlo-…has estado con alguien…?-
-No. No puedo estar con otra persona que no seas tú, como no puedo beber otra sangre que no sea la tuya. Por supuesto que soy virgen.-respondió.
No pude evitar mirarlo y sus ojos avellanas eran tan sinceros que me relajé de sólo verlos.
- Siéntate, Kurt. - dijo, agarrándome del brazo para que me sentara en el suelo.
Nos sentamos "al estilo indio" y se veía preocupación en sus ojos.
- No sé como explicártelo. Los vampiros somos mortales hasta que encontramos a la única persona que nos puede hacer inmortal. Cuando crecí, se hizo menos creíble que encontrara a la persona que me hiciera sentir lo que tu me haces sentir, Kurt; porque siempre te busqué entre los hombres, y no tenia registro de ningún vampiro gay. Estaba decidido a morir, porque sin ti no podía ser inmortal. Me mudé aquí solo. Y de repente te vi y mi mundo cambió, Kurt. En aquel momento supe que te pertenecía. Cuando te conocí, tuve una charla con mis padres, mi madre me explicó como funcionó con ella y con mi padre. Mi mamá es una vampiresa desde el momento en que nació, después conoció a mi padre y durmieron juntos. Me explicó lo fuerte que es. Yo creía que eso servia sólo a nivel reproductivo, porque en ese momento me concibieron a mi. ––Sonrió con tristeza antes de decir. – Arruiné la descendencia de la familia, mi padre está muy enojado por eso. –Me sorprendió su dolor, no creía que él tuviera el mismo problema que yo con su sexualidad. – Creí que podíamos saltarnos esa parte, pero no es sólo eso, es el comienzo de la transformación. – Levantó sus ojos para mirarme. – Cuando hagamos el amor, nuestras almas se harán una. A la siguiente Luna Nueva, beberé tu sangre y te convertirás en vampiro. Tu sangre y la mía se mezclarán en mi y me harán inmortal. Beberás mi sangre y tu también lo serás.- en sus ojos había temor de que la explicación me asustara, de que lo tomara como una obligación; pero era lo que yo realmente quería hacer, recién ahora lo entendía. –Mira, Kurt.- dijo él cuando se dio cuenta que no había temor en mis ojos, estirando mi brazo y uniéndolo con el suyo. Mi sangre se agolpó en esa zona, como intentando saltar hacia su cuerpo.-tu naciste para mi, y yo nací para encontrarte - susurró.
Me puse de rodillas y lo abracé, haciendo lo que tenia ganas hace tiempo, refugiándome en sus brazos y protegiéndolo en los míos.
Puedo estar pensativo, tú puedes estar muy seguro
Tú serás el veneno, serás la cura
No tenia ni idea de para qué me había pedido que viniera hoy, pero tenía muy en claro lo que yo iba a hacer. Cuando entré a la habitación, me senté en la cama, nervioso como nunca lo había estado, pero al parecer él no entendió mi señal, así que me acosté.
-¿te sientes bien?-dijo y se acercó a mi, todavía parado cerca de la cama y con ojos ingenuos, sin entender.
- Quiero que mi primera vez sea contigo. No quiero estar con nadie más. Quiero que mi primera vez sea especial, y esto combinado a lo que me contaste aumentará la intensidad.
Sus ojos, que hace sólo un segundo estaban de un color avellana, ahora eran grises; y su cuerpo estaba estático. De repente, reaccionó.
Se trepó a mi cuerpo con delicadeza. Mi cuerpo pedía la cercanía del suyo y tuve que levantarme un poco más para acortar la distancia.
- Te amo – gemí casi por instinto, cuando Blaine comenzó a desvestirme. Sus ojos volvieron a mí y sus labios rozaron los míos. Él nos siguió desnudando y rozó sus labios contra las marcas en mi cuello, lo que me hizo tirar la cabeza hacia atrás y gemir como si me estuviera ahogando.
Una vez que los dos nos quedamos completamente desnudos, sentí electricidad al tocar su piel, una electricidad que viajó directo a mi corazón.
Me miró para confirmar mi decisión y se acomodó para entrar en mí.
Cuando entró, no pude evitar gritar de placer, era mas intenso de lo que cualquier persona podría imaginar. Mi cuerpo estaba convulsionando internamente. Sentí una luz en mi interior que iluminaba mi cuerpo. Tuve que pegarme mas al pecho de Blaine porque sentía que si me alejaba de él moriría. Juro que sentí como nuestras almas se unían.
Blaine me miró mientras los dos sentíamos esa transformación sucediendo; sus ojos eran de un celeste profundo. Luego, bebió un poco de mi sangre, lo cual casi me hace explotar de placer.
Los dos estábamos a punto de detonar, y aún así continuamos haciendo el amor; hasta que el orgasmo nos hizo colapsar.
Otra vez estaba en la casa de Blaine, me había vuelto a traer y todavía no entendía por qué, hasta que él me miró con una sonrisa y susurró.
- Ya es Luna Nueva.
La distancia entre los dos se redujo en cuestión de un segundo, y nuestros labios se rozaron. Recién ahí caí en la cuenta de que estaba al lado de un sillón y me acosté sobre él, invitando a Blaine a que me siguiera.
Blaine se acomodó sobre mí y con su mano despejó mi cuello. Cerré los ojos por un instante mientras Blaine insertaba sus colmillos. Cuando empezó a beber mi sangre mantuve los ojos abiertos. La idea de que este fuera el comienzo de mi transformación sólo aumentaba el placer al sentir mi sangre salir de mi organismo para entrar en el de él.
Mis ojos se empezaron a cerrar cuando la sangre empezó a ser poca en mi interior, pero el placer no disminuyó.
De repente, la voz de Blaine me despertó.
- Kurt,- susurró – Kurt, bebe de mi.
Me sentía más fuerte, pero al mismo tiempo me costó despertarme. Blaine se puso debajo de mí y me miró a los ojos. Podía ver intriga en los suyos, sabia que no había hecho esto antes. Clavé mis colmillos en su cuello, sintiendo como rasgaba los músculos hasta llegar a la yugular. Empecé a beber su sangre, que en realidad era la mezcla con la mía, y Blaine se movió, gimiendo de placer por lo bajo. La sangre tenia un sabor exquisito, mas deliciosa que cualquier alimento que haya probado. Sentía como poco a poco me iba llenando y mi organismo la iba metabolizando.
Levanté los ojos para mirar los suyos, que estaban abiertos, fijos en un lugar imaginario. Eran como un prisma, reflejaban los colores del arcoiris; eran tan hermosos. Eran un maldito arcoiris.
- Kurt, sigue-dijo él en un susurro, agarrando mi rostro con sus manos de terciopelo y acercándolo a su cuello.
Y tu caes por un agujero, que es el único lugar que los dos conocemos
Tú me llevarías contigo si pudieras, pero yo no iría
Supongo que a veces perdemos la cabeza, para encontrar un lugar mejor